martes, 1 de octubre de 2013

De La Serena a Valparaiso

Llegué a La Serena  por ser un sitioa medio camino hacia Valparaiso y porque daba al mar. Rapidamente encontré un itio para dormir y con unas condiciones aceptables  ya que por 10000 pesos tenía una amplia habitación. Allí pase dos días. La Patrona era maja y tubo un buen trato. Se apellidaba Vergara,  como el hostal y produjo un comentario sobre su origen.
Esta es una ciudad con bastante veraneante Chileno y algo internacional, sin embargo para mi pasó algo desapercibida, excepto el paseo hasta la playa y el faro. Tampoco tuve mucha relacción con la gente fuera de algún comentario.
Para las tres y media de la mañana salí para Valparaiso, pasando por Copiaco, o sea la ruta 5. En estos autobuses de dos plantas preparados para largos viajes te puedes casi tumbar y si no te duele nada, como a mi me pasa con la dichosa columna, estás sonñoliento casi todo el rato hasta que amanece.
Llegar a Valparaiso y todo cambió. Un taxi me llevó al hostal que había preparado. Es un hostal en un sitio céntrico pero no demasiado lejos de los cerros, lugares donde vive la mayor parte de la población. Se llama Hostal Costamantial, viejo de más de cien años pero con clase y limpio resistiendo todos los terremostos que ha habido en su existencia excepto alguna grieta ya arreglada. Esa  regido por Miguel , un santiaguero con carrera que ha tenido que recurrir a esto porque perdió el empleo y le gusta viajar y el contacto con los viajeros; de hecho hemos tenido charlas interesantes sobre diversos temas y además buena información de la ciudad. A la tarde a reconocer la ciudad tomé un bus y fuí a la aduana. Allí comí algo en un bar y estuve hablando con uno que me preguntó por la situación en España, no ha sido el único ni será el último, y otra vez en bus fuí a los cerros hasta plaza Bismark; andando llegué hasta la casa  museo de Neruda "la Sebastiana" de cinco pisos. Una vista excepcional de toda la bahía, como diría él, " parece que el Pacífico se ha puesto delante de la Sebastiana". En la visita se da cuenta uno de la vida del poeta chileno, las diversas épocas de su vida, y sobre todo su forma de vida. La verdad es que me pareció más la casa de un acomodado que la de un representante comunista. Toda ella está llena de objetos de colección, como cuadros, mesas, sillas, etc.
Bajé, no sin cuidado, por las empinadas calles de los cerros hacia el centro. Y digo lo de cuidado porque Valparaiso tiene un índice de paro del 50% y una delicuencia importante. De echo a las noches  todo el mundo sale en grupos  y con taxi o coches que los lleven a restaurantes o bares. Se ve bastante pobreza tanta o más que en Antofagasta.
Por la mañana fuí a visitar  la plaza Echaurren y el cerro Centinela. Como en todos los sitios que he estado en Chile la gente no es nada madrugadora sea día de fiesta o de labor porque hasta las diez o once no hay manera de echarse un café pues esta casi todo cerrado.  Allí me encontré con una persona que vendía artesanía y libros. Me fijé en ellos y había algunos con referencias al golpe de estado de Pinochet. Estuvimos hablando de política más de una hora porque él tenía un nivel importante. Terminé comprando un libro viejo que ha estado prohibido durante muchos años.
Como era fin de semana, el sábado estuve viendo un concierto de un grupo de rock en la plaza Bolivia, a tres cuadras del hostal. No había mucha gente pese a que era un grupo que a mi me gustó, sobre todo por    la originalidad de su música.
El domingo a la mañana cerraron el puerto porque había una marathon por todas las calles principales. Corrieron unos cuatro mil, que no está nada mal.
Por la tarde un paseo por el único sitio cerca del mar que se puede andar, ya que el resto de la bahía esta ocupado por los establecimientos del puerto. Este fue el puerto más importante que había en el pacífico hasta la apertura del canal de Panamá y también por la destruccion  que sufrió por el terremoto de 1906.
Aún ahora es el tercer puerto por carga de contenedores en el pacífico americano.
La verdad es que Valparaiso me gustó. Una vez me dijo Juanjo que no había que morirse sin ver Valparaiso.
Y pese a que ha cambiado,por los edificios modernos, su fisonomía mantiene un encanto que no he visto en otros sitios.
Y a la mañana siguiente rumbo a Talca al sur de Santiago a ver alguna bodega y a beber vino.





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