viernes, 25 de octubre de 2013

Travesía en barco

Cuatro días y tres noches navegando por la Patagonia y el pacifico. Fuè fascinante. Salimos de Puerto Montt con un Ferri que no cabía casi por la ría donde está el muelle, de mas de cien metros de largo, el Amadeo I . La mayor parte de los pasajeros eran trabajadores que llevaban la carga al sur para evitar el transito por tierra por Argentina, eran unos 30 de los 40 que íbamos.
En un camarote pequeño de seis nos albergamos, con un baño. Màs vale que los camioneros se fueron a dormir a sus camiones y nos dejaron más sitio. Es la primero travesçia tan larga que hago en mi vida y la estaba deseando. Nos despedimos con sol pero poco a poco el tiempo fué cambiando tornandose lluvioso.
Toda la costa de las dos partes, la continental y las islas se veían con barcos que pasaban como si fuera una carretera hasta que llegó el paso por los canales y la salida al pacífico donde la mar ya era brava. La primera noche bastante bien la pasé proque apenas se notaba el oleaje, pero la segunda no hubo manera de dormir porque nos tocó la entrada de nuevo en el golfo y es allí donde los vientos pegan muy fuertes y me tenía que agarrar al camastro para no caerme.
Los camioneros que ya habían pasado en otras ocasiones decían que eso no era nada; que otras veces había sido más fuerte. Uno me contó que en el 2005 el barco estubo a punto de zozobrar llegando a los 42º de inclinación y que si hubiera llegado a los 45º no la hubiesen contado. Estubieron 5 días esperando la mejora del tiempo y como se quedaron sin combustible tubieron que ir a recalar a otro puerto. Los camiones se desataron dandose tumboas unos con otros. En fin, que la gente hasta rezaba porque ya les habían ordenado ponerse los chalecos.
El amanecer del segundo dia fué expléndido. Caía agua nieve y estaban todos los montes hasta casi el mar nevado, pero era una gozada ver el espectáculo de pasar por los canales entre las islas vírgenes que probablemente no alla pisado el hombre por lo menos en el interior ya que están con una vegetación dificil de entrar. Viendo todo tipo de bichos, sean aves, a veces ballenas, a veces delfines. Ensimismado me quedaba mirando a refugio detrás del puente donde la llovizna no me caía. Y cuando me quedaba helado iba la comedor salón y ahí fuimos comunicandonos todos hasta conocernos y haciendo bastante camaradería. Además subí al barco algo de bebida para compartir con los que me hice más colegas.
Paramos en Puerto Edén, donde trajeron en barcas algún pasajero y algo de pesca. Es un puerto solitario en la ruta donde vive muy poca gente pero es estratégico por eso tienen un puesto de carabineros. Es allí donde viven los dos últimos sobrevivientes ya mayores de una etnia ya extinguida.
El último día pasnado por un angosto que no había más de cien metros entre las orillas con curvas incluidas divisamos varioas cóndores que al parecer tienen sus nidos.
Hasta ahora ha sido la mejor experiencia que he tenido. Hacerla en esta época ha sido un acierto ya que es más auténtico, y además la convivencia con la gente ha sidó muy buena terminando en un plan cojonudo
En Puerto Natales como siempre a buscarme la vida y preparando para ir a las Torres del Paine

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